
La Virreina Centro de la Imagen es una institución museográfica pública y gratuita dedicada al arte contemporáneo en Barcelona. Ubicada en las Ramblas y como pasaje hacia el barrio del Raval, en los últimos años se ha centrado en explorar los usos ideológicos y estéticos de las imágenes.
El museo de arte contemporáneo es uno de los espacios sociales que se ha visto más afectado por la gran crisis del sistema neoliberal. Así, después de la década de los noventa, cuando numerosas instituciones se lanzaron en busca de gramáticas propias, y después del colapso del capitalismo financiero, que supuso una deflagración de los recursos económicos destinados a la cultura, es decir, hoy , se abren algunas incógnitas estructurales para el museo, que parece que resida desde hace cincuenta años en un estado de agotamiento perpetuo o en una ansiedad permanente de refundación.
La mayoría de coreografías características de finales del siglo XX –la búsqueda de un “modelo propio”, la legitimación por parte de las esferas internacionales, el distanciamiento de la festivalización de la cultura, etc.– han sufrido un cambio de escenario semántico , fruto del rearme ideológico de la ciudadanía. Esto hace que ahora ese museo sea intraducible, aunque esto no debe invitar a eludir algunos de sus objetivos iniciales.
Por un lado, las tipologías que caracterizaron a los museos bajo etiquetas peyorativas o ejemplares ahora son insuficientes. Por otro lado, el baile de formatos de adscripción o de rechazo que los sustentaban, casi siempre importados de países hegemónicos cultural y económicamente, también se han convertido en ineficaces. La idealización y sus peligros, en forma de nostalgia desmedida y de suficiencia sectaria, también se suman al cuadro del museo de arte contemporáneo, que corre el riesgo de leer su propia genealogía crítica desde posiciones revanchistas e inadecuadas.
Mientras el museo se dirime entre la arqueología o el vaticinio, los mecanismos de espectacularización de la cultura depuraron sus resortes, lo que ha supuesto urgencias y preguntas que parecían superadas del todo. Las curvas de audiencia vuelven a funcionar a modo de legitimación populista o de sospecha de elitismo y, en sintonía, florecen los discursos que piden el regreso de los museos a un pasado hipotéticamente adámico y legendario.
Al llegar a este punto, es imprescindible restituir el alcance crítico del museo y sus capacidades de reinvención artística, subjetiva y social. Para ello, no basta con extraerlo de las lógicas del blockbuster ni de sublimar las mediaciones procedentes de formas institucionales “externas”, generadas o estimuladas por el propio museo como protocolos de la buena conciencia pública. El museo al completo, no un programa específico o unas zonas acotadas, debe funcionar como un mediador más dentro de una red sin franjas preexistentes o jerárquicas, debe abrir canales de diálogo e intercambio múltiples, y erigir articulaciones permanentes, sistemas de interacción maleables y de acuerdo con las diversas expectativas de uso. El conocimiento cultural se resiste a encuadrarse en un marco fuera/dentro; irrumpe, deviene y suscita nuevas coordenadas entre las partes implicadas.
En este sentido, favorecer la participación, construir foco de proximidad y descentralizar el museo implica reconocer unas posiciones concretas y abrir un conjunto de dispositivos cuya utilización “instituya”, es decir, que no sólo dibuje para el museo una fisonomía orientada a el ámbito ciudadano, sino que le proporcione una mecánica compleja y tensa como institución, unos valores públicos y enunciativos.
Desde La Virreina Centro de la Imagen afrontamos la necesidad de construir, de forma cooperativa, una arquitectura como institución, una filosofía de trabajo y una política pública: es decir, unos perímetros, unas funciones, una red de intercambios sociales y un lugar específico en el mapa cultural de Barcelona, puestos todos en estado permanente de cuestionamiento y no adueñados en sus siluetas, una idea que va más allá de definir, mediante estratos diferenciados, un menú de exposiciones, programas públicos y propuestas de mediación .
Entender el aquí y ahora resulta ineludible para La Virreina Centro de la Imagen: el barrio del Raval y el inicio del siglo XXI; el momento actual en las políticas municipales y el contexto del capitalismo europeo industrializado; la memoria metropolitana de los barrios y el tejido asociativo y activista, que ya desbordó los límites de la cultura visual al prestar atención a fenómenos microurbanos, al desplegar dinámicas basadas en el intercambio y, lo más importante de todo, al exigir un espacio de representación y producción dentro de la actual cartografía institucional barcelonesa.
Por último, creemos que La Virreina Centro de la Imagen debe contribuir a actualizar el papel neurálgico de Barcelona en el desarrollo de la cultura en Cataluña, lo que exige un impulso de relaciones fuertes y recíprocas con otras ciudades del contexto español, además de conectarnos con centros museográficos que tengan una orientación y escala similares en el ámbito internacional.
En este sentido, definimos la investigación como una de nuestras principales atribuciones, ya que entendemos que esta vía introduce, dentro del tiempo ocasional que históricamente definió el dispositivo museo, otras experiencias temporales no orientadas hacia la inmediatez y la eventualidad; otros saberes que se resisten a ser tipificados o que se enuncian mediante procesos expandidos de escucha, diálogo y reconocimiento del antagonismo; y otras subjetividades críticas formuladas desde la cooperación, mediante unas gramáticas que deshacen los marcos institucionales, los abren a nuevos usos socializados e incorporan experiencias microhistóricas que requieren unas formas de interpelación carentes del peso de las genealogías más decimonónicas o disciplinarias.
Así pues, proponemos tres líneas de fuerza que vertebren La Virreina Centro de la Imagen, que ordenen su actividad general y que se expresen en forma de exposiciones, seminarios, cursos, publicaciones y actividades de aprendizaje compartido, siguiendo un marco discursivo común.
Estos tres ejes de trabajo funcionan como laboratorios de ideas que atraviesan el centro y activan todas sus potencialidades, metodologías y vocabularios: son una amplia herramienta de enunciación artística y de cooperación colectiva que proporciona a La Virreina Centre de la Imagen un enclave como institución y le habilita para interpelar y ser interpelada por y desde las diversas contraesferas públicas.