• 
• 
• 

Historia
Los jardines de la Tamarita son un vivo ejemplo de jardín privado asimilado como espacio y patrimonio público. En este caso se trata de una finca de dos hectáreas perteneciente a la familia Craywinckel que, a principios del siglo XX, fue adquirida por el industrial del algodón Alfredo Mata. En ella edificó una casa rodeada de jardines, cuyo diseño se considera una de las primeras obras del arquitecto y paisajista Nicolau M. Rubió i Tudurí, que preservó las formas y disposiciones vegetales originales.

Biodiversidad
Podemos encontrar mirto, troanas, laureles y pitósporos de gran tamaño, así como rubíes y plátanos. También encontramos tejos, naranjos agrios, bojes y una jacaranda. Ya llegando al torrente del Frare Blanc encontramos cipreses, cáñamo de bruja o acantos, cintas, más pitósporos y truanas, bambúes y grandes tilos plateados.
En el parque también encontramos especies curiosas como la araucaria, una grevílea o roble sedoso, también oriundos de Australia, y una haya de hojas púrpura. También veremos un árbol de interés local de mucha valía por la escasez en Barcelona: un roble carvallo centenario de 23 metros de altura.
Hay una charca naturalizada.

Paisajismo y diseño
Está dividido en dos ámbitos diferenciados, uno de mayor clasicismo y orden y otro que aprovecha el paso del torrente del Frare Blanc para ofrecer una visión más espontánea.
Los jardines están llenos de elementos decorativos que le afianzan los orígenes de jardines caseros: pequeños estanques con manantiales, figuras de terracota, copas de piedra, mármol y cerámica convertidas en fuentes, macetas ornamentales, etcétera. En cuanto entramos, nos recibe una fuente y un pequeño estanque con estatuas de leones durmiendo enmarcados por una trepadora que es un tipo de liana exótica, la enredadera de alambre (Muehlenbeckia compleja). De ahí sale un camino que lleva a una serie de plazas alrededor de la casa, obra ésta de Melchor Vinyals, que actualmente acoge la Fundació Blanquerna

En el jardín más clásico y ordenado en parterres de origen francés encontraremos profusión de bojes y rosales, replantados para recuperar el aspecto original del jardín en la última rehabilitación. A continuación, encontramos un espacio que hace las funciones de plazoleta, con una fuente ovalada, la plaza de cuatro continentes —todos menos Oceanía—, obra de Virginio Arias, así como una fuente con niños esculpidos, mientras que en una de las plazoletas colindantes destaca una fuente con ranas esculpidas que actúan de manantiales, y otra una cascada hecha de rocal y revestida de conchas marinas y la pradera que nos conduce a la parte más salvaje del jardín.
Más información en El Atlas de la Biodiversidad